
Para mucha gente, incluidos los propios votantes estadounidenses, los candidatos a la presidencia de Estados Unidos son dos: los nominados por los partidos demócrata y republicano. Nada más lejos de la realidad.
Según el sitio web BallotPedia, hasta el 1 de agosto de 2016 se habían registrado 1.817 personas como candidatos en las próximas elecciones presidenciales. Entre esos outsiders, las encuestas señalan a Gary Johnson, el candidato del partido liberal (Libertarian Party), como el principal rival de Donald Trump y Hillary Clinton.
Johnson fue gobernador del estado de Nuevo México entre 1994 y 2002. Su compañero en el ticket libertario es el también ex gobernador (de Massachusetts) Bill Weld. Ambos políticos ejercieron sus puestos en la década de los noventa como representantes del partido republicano en, como suelen decir cada vez que tienen ocasión, blue states (estados demócratas).
La candidatura del partido liberal es la única presente, junto la demócrata y republicana, en los 50 estados del país. Los últimos sondeos (muchas de las encuestas solo incluyen a los candidatos de los dos partidos principales) indican que Johnson tendría entre el 10 y el 12% de la intención de voto. Una cifra nada despreciable teniendo en cuenta que esta candidatura y sus propuestas son toda una incógnita para la mayoría del cuerpo electoral.
El principal motivo de que gran parte de la opinión pública desconozca al candidato libertario es que los medios de comunicación no conceden ninguna atención a ningún otro partido que no sea el duopolio que controla el país. Eso está cambiando algo en los últimos meses. Quizás porque los medios, la mayoría progresistas, creen que Johnson puede arañar más votos a Trump que a Clinton; quizás porque ellos tampoco pueden apoyar a los candidatos del establishment con peores cifras de aceptación de la historia.
En cualquier caso, para que Gary Johnson pueda ser mejor conocido por los votantes estadounidenses y tenga alguna opción para influir en el resultado de las elecciones es imprescindible que participe en los debates televisados. Para que eso suceda, es necesario que alcance el 15% de la intención de voto en las encuestas valoradas por la Commission on Presidential Debates (CPD), el organismo controlado por los partidos demócrata y republicano -aunque se denomine así mismo como “no partidista” que decide qué candidatos participan en los debates.
Las posibilidades de que Estados Unidos tenga un presidente liberal son, a corto plazo, una quimera pero, visto el estado de descomposición de los partidos “tradicionales”, puede que Johnson esté sembrando las semillas del cambio.
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